martes, 13 de noviembre de 2007

EL RAYO VERDE (2)


Cuenta la leyenda, que cuando se pone el sol, el último rayo visible es de color verde, como un destello esmeralda, y que aquel que lo vea, tendrá la virtud de no equivocarse jamás en cuestiones de amor, y por lo tanto podrá hallar su amor verdadero.

La primera vez en mi vida que tuve conocimiento de El Rayo Verde fue tras leer la novela de título homónimo de Julio Verne, publicada en el año 1882. Debía yo rondar los 14 o 15 años. La novela describe sosegadamente la búsqueda del Rayo Verde por una jovencita a lo largo de gran parte del planeta, con un final tremendo que no pienso desvelar dado que supongo muchos no la habréis leído (aprovecho para recomendarla intensamente). Desde entonces, esa leyenda tan romántica y pura se me quedó grabada en el corazón y mente. Algunos recordaréis mi post de Enero en el que mostraba la fotografía de una costa de Australia que ofrecía un encanto particular para poder ver el Rayo Verde.

Pues bien, el otro día, curioseando por Internet, descubrí que al menos una parte de la leyenda del Rayo Verde es verdad. El Rayo Verde es un fenómeno óptico que se produce en el momento último en que el sol se pone, y es debido a la refracción de los rayos de luz en la atmósfera (no voy a entrar en datos más técnicos). Pero también puede verse al amanecer, en el primer instante en que el sol asoma por el horizonte. Os adjunto una foto tomada en las costas de Cádiz por algún internauta, de quien la he tomado prestada. Quien esté interesado en ver el Rayo Verde auténtico, deberá, eso sí, seguir una serie de recomendaciones:

1. Buscar un horizonte llano: para ello, el mar resulta excelente.
2. Resulta muchísimo más fácil verlo al atardecer que al amanecer, debido principalmente a que durante el atardecer eres capaz de seguir al globo solar en su descenso hacia el horizonte, y por lo tanto puedes determinar el momento exacto en que el sol desaparecerá. Por esta razón, aquellos que vivimos en las costas del Levante español, nos será muy difícil verlo en nuestra tierra, ya que nosotros nunca vemos la puesta del sol por el mar.
3. El día debe estar despejado de nubes, y el aire debe ser transparente, claro, diáfano (esto, según la mayoría de las recomendaciones encontradas. También hay quien sugiere que cierta neblina en el horizonte potencia el efecto del rayo).
4. El globo solar debe ser de color amarillo intenso. Si el día que intentamos verlo está rojo, olvidadlo.
5. Si tenéis ocasión, es más fácil divisarlo desde latitudes elevadas, esto es, en zonas próximas a los polos, debido a que el sol desaparece mucho más lentamente por el horizonte. En tales latitudes, el fenómeno puede durar varios minutos.

Así que, al menos la mitad de la leyenda es cierta. La otra mitad la tendréis que corroborar vosotros mismos… Por suerte, no es la única forma de encontrar el amor verdadero, pero resulta definitivamente mágica.